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¡Estaba a punto de ser despedida por ayudar a un anciano caído! ¡Entonces entró el CEO y lo llamó «papá»!…

Capítulo 1: Ascensores, desafíos y primeras impresiones


“¡Oye, quítate del camino, viejo, en serio, muévete!” La voz aguda y arrogante cortó la ya tensa atmósfera del ascensor del edificio corporativo más alto de Ciudad de México, el rascacielos Thompson Tower, ubicado en pleno corazón del Paseo de la Reforma. El ascensor estaba abarrotado: ejecutivos apretados, aspirantes nerviosos, y el zumbido de los paneles de control parecía un presagio de la tormenta que estaba por estallar.

Emily Carter, con su carpeta de entrevistas apretada contra el pecho, retrocedió un paso. Las palabras de aquella mujer, cargadas de desprecio, resonaban en las paredes metálicas. Frente a ella, un anciano se tambaleaba ligeramente, sus manos apoyadas en el pasamanos, con la calma que solo los años pueden otorgar.

—¿Cómo te atreves a ponerle la mano encima a un anciano? —dijo otra voz, firme y clara, que sorprendió a todos en el ascensor. Era suave, pero con autoridad, suficiente para hacer que algunos ejecutivos soltaran un murmullo de asombro.

La mujer que la había insultado giró de golpe. Era rubia, elegante, con un traje impecable de diseño caro y zapatos que marcaban autoridad con cada tacón. Sus ojos, casi como rendijas afiladas, fulminaban a la recién llegada.

—¿Quién te crees para decirme que salga? ¿Sabes quién soy yo? —escupió, con voz cortante—. Soy Sophia Reed, gerente senior de Thompson Enterprises y persona de confianza directa del presidente. ¡Pídeme disculpas ahora mismo!

Emily tragó saliva. Sabía quién era Sophia Reed: la mujer cuya fama de arrogancia había recorrido toda la industria y que podía decidir el destino laboral de cualquiera con un gesto. Sin embargo, cuando miró al anciano, algo en su mirada la detuvo: no había miedo, solo un aire de tranquilidad que contrastaba con el caos del ascensor.

—Señor, ¿está bien? —preguntó Emily suavemente, acercándose al hombre, mostrándole atención genuina.

El anciano sonrió débilmente, sus ojos brillando con un calor inesperado.
—Estoy bien, gracias, señorita. Y me alegra que usted también lo esté. —Se detuvo, mirándola con interés—. ¿Cómo te llamas, querida?

—Emily Carter.

—¿Trabajas aquí en Thompson Enterprises? —preguntó, curioso.

—No, señor. Vine a una entrevista —respondió Emily, con una sonrisa que intentaba disimular sus nervios.

El hombre asintió con serenidad.
—Pues creo en ti, Emily. Estoy seguro de que lo lograrás.

Un calor inesperado recorrió a Emily. Palabras tan simples, dichas con tanta convicción, le dieron fuerzas que ni ella misma sabía que necesitaba.

—Se lo agradezco, señor —murmuró, justo cuando el timbre del ascensor anunció la llegada al piso de Recursos Humanos.

La multitud comenzó a dispersarse, y Emily avanzó hacia la sala de entrevistas. A su lado, alguien murmuró:
—Me pregunto si hoy veremos al Sr. Thompson.

—¿Por qué vendría a entrevistas de “don nadies”? —replicó otro, con sarcasmo—. Solo interactúas con él si llegas a la oficina ejecutiva.

Emily inhaló profundo y entró a la sala de entrevistas. Al ver al panel, sus ojos se fijaron de inmediato en Sophia Reed, quien no tardó en sonreír con desdén.

—Vaya, qué coincidencia —dijo Sophia, inclinando la cabeza como un depredador que ha detectado a su presa.

El corazón de Emily se hundió. Pensó: Estoy perdida.

—Sal de aquí —ordenó Sophia, agitando la mano como si despidiera a un insecto.

—Ni siquiera ha visto mi currículum —respondió Emily con un destello de desafío.

—No necesito verlo. Basura como tú no pertenece aquí.

En ese instante, la puerta se abrió. Todos giraron la cabeza. Michael Thompson, CEO de Thompson Enterprises, entró con pasos firmes que hacían eco en la sala. Cada movimiento suyo imponía silencio y respeto, incluso temor.

Emily, con indignación contenida, se dirigió a él:
—¿Me está rechazando solo porque la enfrenté en el ascensor, verdad?

Sophia sonrió con suficiencia:
—Humillaste a un anciano. Eso fue imperdonable.

—Y si pudiera, lo volvería a hacer —replicó Emily, con una firmeza que sorprendió incluso a los más experimentados en la sala—. Con entrevistadoras como usted, prefiero renunciar.

Sophia encogió los hombros:
—Allá tú.

Michael, que había permanecido en silencio observando, habló finalmente, con voz profunda que silenciaba la sala:
—¿Quién es Emily Carter?

—Soy yo —contestó Emily, sorprendida de que el mismísimo CEO la reconociera.

Él tomó su currículum abandonado sobre la mesa y lo hojeó con rapidez.
—¿Estudiaste diseño? Nuestro departamento de diseño necesita más personal.

—Estamos completos, señor —intervino un gerente, nervioso—.

—Entonces que empiece como asistente en secretaría —decidió Michael con un gesto—. Alex Johnson, encárgate de su ingreso.

—Sí, señor —respondió Alex, confundido, guiando a Emily fuera de la sala mientras Sophia fulminaba con la mirada, como si pudiera atravesarla.

Más tarde, en la oficina, mientras Emily se acomodaba, un hombre se acercó con una sonrisa lasciva.

—¿Tú eres la nueva “chica guapa de la oficina”, eh? —dijo Ryan Patel, jefe de marketing, intentando tocarle el brazo.

Emily reaccionó al instante:
—¿Qué haces? —apartándolo con una bofetada sonora.

Ryan abrió los ojos, indignado:
—¡¿Te atreves a pegarme?!

—Me acosaste. Una bofetada fue misericordia —respondió Emily con firmeza.

Sophia apareció, gritando:
—¡Sr. Thompson! ¡Mire lo que pasa aquí!

Michael salió de su oficina con el ceño fruncido:
—¿Qué ocurre?

Emily no dudó:
—¡Él me acosó!

Ryan cambió su expresión al instante:
—¡No, señor Thompson! Ella me manipuló para trepar. ¡Destrúyala!

Emily, furiosa, lo señaló:
—¡Usted la contrató!

Michael se quedó en silencio, evaluando la situación. Después habló, con voz helada:
—Fuera. ¿Me escuchaste? ¡Fuera!

Emily se sobresaltó:
—¿Por qué despedirme a mí si claramente fue él quien me acosó?

Michael suspiró, masajeándose las sienes:
—Me refería a él. No a ti.

El ascensor, la entrevista, la oficina: en cuestión de minutos, Emily había pasado de la incertidumbre a un conflicto que marcaría no solo su primer día de trabajo, sino el inicio de una lucha inesperada. La ciudad vibraba afuera, pero dentro del rascacielos, cada mirada y cada gesto parecía tener un peso decisivo sobre su futuro.

Y mientras Emily asentaba su silla en la oficina, un mensaje vibró en su teléfono: “Cuidado con Sophia Reed. No confíes en nadie más que en ti misma.” Era anónimo, pero suficiente para que Emily sintiera un escalofrío recorrerle la espalda.

La historia apenas comenzaba.

Capítulo 2: Intrigas en Thompson Tower


El día apenas comenzaba y la Thompson Tower ya bullía con rumores y miradas sospechosas. Emily Carter, recién asignada como asistente en secretaría, intentaba acomodar sus cosas en el escritorio que le habían indicado, mientras su mente repasaba cada palabra que había intercambiado con Michael Thompson y cada gesto de Sophia Reed. Sabía que estaba en el ojo de un huracán.

—No es justo —murmuró para sí misma mientras organizaba carpetas—. Solo defendí mi espacio y aún así…

Una voz detrás de ella la sobresaltó:
—No todos sobreviven a la primera semana aquí.

Emily se giró y vio a una mujer de cabello castaño y ojos penetrantes que se acercaba con una sonrisa cálida.
—Soy Carla Méndez —dijo extendiendo la mano—. Trabajo en contabilidad. Te daré un consejo: no confíes en Sophia. Es más peligrosa de lo que aparenta.

Emily asintió, agradecida. La advertencia de Carla parecía confirmar el mensaje anónimo que había recibido en su teléfono. Su instinto le decía que debía mantenerse alerta, pero también que había algo más en aquel edificio: algo que iba más allá de simples luchas de oficina.

Mientras tanto, en la oficina de marketing, Ryan Patel no podía ocultar su humillación. Su plan había fracasado frente a Michael Thompson y, más importante, frente a todos los empleados que habían presenciado la escena. Su mirada se posó en Sophia Reed, que observaba con una mezcla de diversión y cálculo.
—¿Qué hago ahora? —susurró, incapaz de mirar a Michael.
—Paciencia —respondió Sophia—. No hemos terminado contigo. Emily Carter es solo el primer movimiento en un juego mucho más grande.

Sophia sabía que la presencia de Emily alteraría la dinámica de la empresa. La joven era fuerte, directa y capaz de poner en evidencia a cualquiera que intentara manipularla. Eso la hacía peligrosa… y fascinante.

Mientras tanto, Michael Thompson revisaba informes en su oficina. Su abuelo había regresado a México sin previo aviso, algo que complicaba sus planes de negocios y personales. Recordó la conversación del día anterior, cuando el anciano insistió en conocer a Emily. Algo en la recomendación de su abuelo lo había hecho reflexionar: no era solo su instinto de empresario, sino también la intuición de alguien que conocía la vida mejor que él.

Emily, por su parte, comenzó a adaptarse al ritmo vertiginoso de Thompson Enterprises. Cada paso en los pasillos de cristal era observado, cada gesto registrado. Su relación con Carla Méndez se consolidaba poco a poco, y la joven sentía un alivio inesperado al tener a alguien con quien compartir su incertidumbre.

Sin embargo, no todo era apoyo. Sophia Reed intensificaba su vigilancia. Cada vez que Emily pasaba cerca de su oficina, la gerente senior la observaba con ojos fríos y calculadores. Incluso planeó situaciones para poner a prueba su temple: desde asignaciones imposibles hasta pequeñas humillaciones delante de otros empleados. Pero Emily, sorprendentemente, resistía con dignidad y determinación.

Un día, mientras revisaba correspondencia en la recepción, Emily escuchó fragmentos de una conversación entre dos ejecutivos:

—¿Viste lo que hizo Michael con la chica nueva? —susurró uno.
—Sí… y Sophia está furiosa. Esa mujer no tiene idea de en qué se está metiendo —respondió el otro.

Emily frunció el ceño. Estaba claro que la guerra silenciosa había comenzado. Pero había algo más, un secreto que flotaba en el aire: su propio lugar en la empresa no era solo por mérito, sino por la insistencia de alguien externo… alguien con influencia, que había visto en ella algo más que capacidad laboral.

Esa noche, Emily salió del edificio con la cabeza llena de pensamientos. Las luces de la ciudad brillaban sobre el asfalto mojado por la reciente lluvia. Caminó hacia el metro, reflexionando sobre lo que había sucedido: la agresión de Ryan, la intervención de Michael, la constante vigilancia de Sophia. Sabía que debía estar alerta, pero también sentía una curiosidad creciente sobre Michael Thompson, el hombre que parecía tan severo y, al mismo tiempo, sorprendentemente justo.

Al día siguiente, la tensión creció aún más. Emily fue llamada a una reunión inesperada con Michael en su oficina. Al entrar, se sorprendió de verlo sin traje, más relajado, aunque sus ojos seguían cargados de intensidad.

—Emily —comenzó—, necesito que confíes en mí. Sophia Reed… es complicada. Pero también necesito alguien que tenga integridad y coraje en la oficina. Tú tienes eso.

—Gracias, señor —respondió Emily, aún nerviosa—. Haré lo que esté en mi mano.

Michael sonrió ligeramente.
—No es solo el trabajo lo que me interesa. Tu forma de actuar refleja algo que pocas personas tienen aquí. Observación, decisión, honestidad.

Emily sintió un rubor subir por sus mejillas, pero rápidamente lo disimuló. La sensación era extraña: estaba siendo reconocida, pero también observada con una intensidad que le resultaba desconcertante.

Mientras tanto, Sophia no descansaba. Planeaba una estrategia para desacreditar a Emily sin que Michael se diera cuenta. Ryan, aún resentido, se convirtió en su aliado. Ambos compartían un objetivo: demostrar que Emily no pertenecía a ese lugar y que cualquier éxito que obtuviera sería efímero.

El primer gran enfrentamiento llegó cuando Emily tuvo que entregar un informe clave para un proyecto internacional. Sophia intervino deliberadamente, cambiando cifras y nombres en el documento, esperando que Emily cometiera un error. Pero Emily, tras revisar todo con detalle, detectó las inconsistencias y lo corrigió a tiempo.

—Esto no es posible —murmuró Sophia, frustrada—. ¿Cómo…?

—La honestidad siempre tiene su recompensa —replicó Emily con calma—. ¿No es así, señor Thompson?

Michael, que había revisado el informe, levantó la vista. Sus ojos se encontraron con los de Emily, y por un instante, la tensión se disolvió.

—Correcto —dijo con voz firme—. Bien hecho, Emily.

La victoria fue pequeña, pero significativa. Emily comprendió que, aunque el camino sería difícil, podía mantener su posición sin comprometer sus valores. Sin embargo, la sensación de ser observada constantemente, de estar en un tablero donde las piezas se movían sin su control, le recordaba que la verdadera batalla apenas comenzaba.

Esa misma tarde, mientras Emily salía del edificio, un mensajero le entregó un sobre sin remitente. Lo abrió con cuidado y encontró una nota simple:

"Confía en tu instinto. No todos los que parecen amigos lo son. —Alguien que te protege."

Emily frunció el ceño. La ciudad, con sus luces y su bullicio, parecía más enigmática que nunca. Entre las calles de la Ciudad de México, el tráfico, los vendedores ambulantes y el rumor constante de la gente, Emily sentía que su vida había cambiado de manera irrevocable. Había ingresado a un mundo de poder, intriga y secretos que ni siquiera había imaginado.

Pero lo más desconcertante era el hombre que encabezaba todo eso: Michael Thompson. Su presencia imponía respeto, su mirada era incisiva, y su comportamiento oscilaba entre la autoridad y un interés personal que Emily no podía descifrar.

Mientras regresaba a su pequeño departamento en la colonia Roma, Emily se dio cuenta de algo crucial: su trabajo no solo sería sobrevivir en Thompson Enterprises, sino también descubrir en quién podía confiar, quién la protegía, y quién deseaba verla caer. La línea entre aliados y enemigos se volvía cada vez más difusa, y cada acción tendría consecuencias que podrían cambiar su vida para siempre.

El Capítulo 2 cerró con una sensación de tensión palpable: Emily había sobrevivido a su primer enfrentamiento, había ganado pequeños triunfos, pero las sombras de Sophia, Ryan y los secretos del pasado de Michael Thompson estaban lejos de disiparse. La verdadera batalla estaba por comenzar, y la joven asistente debía prepararse para desafíos que superarían cualquier expectativa.

Capítulo 3: Revelaciones y decisiones


La Ciudad de México amaneció con un cielo gris, amenazando lluvia, mientras Thompson Tower brillaba entre las nubes bajas. Para Emily Carter, cada paso hacia el edificio era un recordatorio del mundo que había entrado: un universo de poder, secretos y ambiciones que podía aplastarla con facilidad.

Ese día, Michael Thompson la había citado directamente en su oficina. La joven, con el corazón acelerado, subió por el ascensor observando su reflejo en las paredes de acero pulido. Cada piso parecía un recordatorio de que estaba más cerca del epicentro de la tormenta.

Al entrar en la oficina de Michael, se sorprendió de encontrarlo sentado detrás de su escritorio, mirando documentos con el ceño fruncido, pero también con una intensidad que la hacía sentir que él podía ver más allá de las palabras.

—Emily —comenzó Michael, sin levantar la vista—. Necesito tu ayuda en algo delicado. Sophia Reed ha intensificado sus maniobras. No solo busca desacreditarte, sino también obtener información confidencial del proyecto internacional.

Emily asintió, respirando hondo:
—Haré lo que sea necesario, señor.

—Bien —dijo Michael, alzando finalmente la vista—. Pero debo advertirte: la verdad que descubrirás puede cambiar tu percepción de esta empresa… y de mí.

Emily frunció el ceño. Algo en sus palabras despertó una mezcla de curiosidad y alarma.

Poco después, en un pasillo solitario de la torre, Emily se encontró con Carla Méndez. La contadora la miró con seriedad:
—Michael confía en ti más de lo que crees. Pero Sophia es peligrosa. Ryan Patel no es su único aliado. Hay alguien más, alguien que mueve hilos desde las sombras.

—¿Quién? —preguntó Emily, intrigada.

Carla bajó la voz:
—Eso no lo sé con certeza. Pero guarda cada documento, cada correo, cada reunión que veas. Todo puede ser una pieza del rompecabezas.

Emily asintió, sintiendo que la empresa no era solo un lugar de trabajo, sino un tablero de estrategia donde cada movimiento tenía consecuencias críticas.

Horas más tarde, durante una reunión de alto nivel, Emily presentó los informes revisados sobre el proyecto internacional. Sophia, que estaba presente, intentó nuevamente desacreditarla, señalando errores que Emily había corregido con precisión. Michael observaba en silencio, evaluando cada reacción.

—Emily —dijo finalmente, con voz firme—. Has demostrado capacidad, integridad y visión. Eso es raro en este entorno.

Sophia se levantó, roja de ira:
—No es justo. Esta mujer solo llegó aquí por influencia externa. No representa el mérito real de la empresa.

Michael la interrumpió:
—Eso es suficiente, Sophia. Esta empresa necesita talento, no juegos de poder.

El silencio que siguió fue absoluto. Emily sintió un peso salir de sus hombros, pero sabía que la guerra no había terminado. Sophia no se rendiría tan fácilmente.

Esa noche, Emily regresó a su apartamento, cansada pero con una sensación de triunfo. Sin embargo, al abrir su correo electrónico, encontró un mensaje que la hizo estremecerse:

"Si quieres sobrevivir, descubre la verdad sobre Michael Thompson y su familia. Todo está conectado contigo."

La joven no entendía del todo el mensaje, pero algo en su interior le decía que debía investigar. El misterio la atrapaba.

Al día siguiente, decidió acercarse al archivo histórico de la empresa, buscando información que pudiera aclarar el mensaje. Entre documentos antiguos, Emily descubrió fotos y actas que vinculaban a Michael con un abuelo que había vivido en México y que tenía fuertes lazos familiares en el país. La información coincidía con la historia que Michael le había contado sobre su abuelo.

Mientras revisaba los papeles, alguien entró silenciosamente en la sala. Era Michael.

—Emily —dijo, suavizando su voz—. Veo que empezaste a investigar. No me sorprende.

—Quería entender —respondió ella—. Todo está tan conectado… su abuelo, la empresa… incluso los mensajes que he recibido.

Michael se acercó y, por primera vez, sonrió con calidez.
—Hay secretos familiares que muchos querrían ocultar. Pero creo que eres alguien en quien puedo confiar para protegerlos.

Emily lo miró, sorprendida por la vulnerabilidad en sus ojos. Por un momento, la distancia de poder entre ellos se redujo, y la tensión de la oficina se mezcló con una conexión inesperada.

Ese mismo día, Michael decidió confrontar a Sophia directamente. La citó en su oficina y la acusó de sabotaje y manipulación. Sophia intentó justificarse, pero Michael fue implacable.
—Emily ha demostrado integridad y competencia. Tú has actuado por ambición y celos. Considera esto una advertencia final. —Su voz resonó en la oficina—. Un error más y tu posición será insostenible.

Sophia salió con el rostro enrojecido, sabiendo que su poder estaba disminuyendo. Ryan Patel, al darse cuenta de que su aliado había perdido influencia, comenzó a cuestionar sus propias acciones.

Con Sophia neutralizada temporalmente, Emily pudo concentrarse en su trabajo y en comprender la complejidad de Thompson Enterprises. Pero su curiosidad la llevó más allá: decidió buscar al abuelo de Michael, quien, según descubrió, estaba en México y había influido en la contratación de Emily desde el inicio.

Una tarde, Emily viajó al barrio donde residía el anciano. Encontró su casa modesta y, al tocar la puerta, el hombre la recibió con una sonrisa cómplice.

—Así que eres Emily Carter —dijo—. Michael me habló de ti. Confieso que fue mi idea que ingresaras a la empresa. Quería alguien de carácter firme, que pudiera enfrentar las turbulencias y mantener la verdad.

Emily sonrió, entendiendo finalmente por qué el anciano había estado allí aquel día en el ascensor: su intervención no había sido casual, sino un acto deliberado para proteger no solo a la empresa, sino también a Michael de personas como Sophia.

—Pero… ¿por qué yo? —preguntó Emily.

—Porque veo en ti lo que muchos no tienen: integridad, coraje y la capacidad de desafiar a los poderosos sin perder la humanidad. Michael necesita eso, y tú también. —Sus ojos brillaron con complicidad—. Ahora sabes que tu papel aquí es más grande de lo que imaginaste.

Emily se sintió abrumada, pero también fortalecida. Comprendió que su lugar en la empresa no era solo un trabajo, sino un desafío que pondría a prueba su carácter y su determinación.

Regresando a Thompson Tower, Emily encontró a Michael esperándola en su oficina. Sus miradas se cruzaron, y en un instante, ambos reconocieron la conexión naciente que había surgido entre respeto, confianza y algo más profundo.

—Emily —dijo Michael suavemente—. Gracias por tu coraje hoy. No todos tendrían la fortaleza para enfrentar lo que enfrentaste.

Ella sonrió, con una mezcla de alivio y emoción.
—Solo hago lo correcto, señor.

—Pero también haces que sea imposible no admirarte —respondió él, con un brillo inusual en los ojos.

El cielo nocturno se filtraba a través de los ventanales de la torre, y la ciudad se extendía como un mar de luces. Emily comprendió que había sobrevivido a la tormenta inicial, había descubierto secretos y había ganado aliados, pero también sabía que la verdadera prueba de su carácter apenas comenzaba.

Con Sophia y Ryan aún en juego, con intrigas y secretos familiares por desvelar, Emily Carter se convirtió no solo en asistente de Thompson Enterprises, sino en pieza clave de un juego de poder, integridad y emoción que definiría el futuro de la empresa y, quizás, el suyo propio.

Y mientras la noche cerraba sobre Ciudad de México, Emily miró por la ventana, consciente de que su vida había cambiado para siempre: estaba lista para enfrentar todo, con valor, inteligencia y un inesperado sentimiento que comenzaba a florecer por Michael Thompson.

‼️‼️‼️Nota final para el lector: Esta historia es completamente híbrida y ficticia. Cualquier parecido con personas reales, hechos o instituciones es pura coincidencia y no debe interpretarse como un hecho periodístico.

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