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Todas las noches, la esposa veía que su esposo, alrededor de las doce de la noche, se escabullía sigilosamente para salir de la casa. Un día, movida por la curiosidad, decidió seguirlo hasta una casa abandonada al final de la calle. Y al asomarse discretamente, se llevó una gran sorpresa al descubrir un secreto que su marido había estado ocultando todo ese tiempo...

Capítulo 1: La Sombra de Medianoche


Isabella no podía dormir. Otra vez había escuchado el crujido de la puerta y el roce del abrigo de Diego mientras salía de la casa alrededor de la medianoche. Su corazón latía con fuerza cada vez que el silencio de la noche se llenaba con esos pequeños pasos que se alejaban por el corredor. Durante semanas, había fingido dormir, observando desde la penumbra cómo su esposo desaparecía en la oscuridad.

“¿A dónde irá esta vez?”, se preguntaba, mordiendo el borde de la sábana. La curiosidad había empezado como un susurro, pero ahora era un rugido imposible de ignorar. Lo había intentado: preguntar casualmente, bromear sobre sus escapadas nocturnas, pero Diego siempre desviaba la conversación con una sonrisa cansada.

Esa noche, el deseo de saber la verdad la venció. Se levantó con cuidado, se puso su abrigo y siguió a Diego desde la sombra de su propio patio. Las calles del pequeño pueblo de Oaxaca estaban silenciosas, sólo iluminadas por la luz amarilla de los faroles y por la luz de la luna que reflejaba los colores cálidos de las casas viejas. Isabella lo seguía a distancia, sintiendo cómo su miedo se mezclaba con la adrenalina.

Diego caminaba rápido, sin mirar atrás, pasando por callejones cubiertos de musgo y por bares cerrados que olían a madera húmeda y café viejo. Isabella apenas respiraba, tratando de no hacer el más mínimo sonido. Finalmente, Diego se detuvo frente a una casa abandonada al final de la calle, con ventanas rotas y paredes manchadas de humedad. El corazón de Isabella casi se detiene.

“¿Qué demonios hace aquí?”, pensó, sintiendo un escalofrío que le recorría la espalda. Se escondió detrás de un arbusto cercano, observando cómo Diego golpeaba la puerta y entraba con cuidado, como alguien que sabe que no debería estar allí. Isabella contuvo la respiración y se asomó por una grieta de la puerta rota. Lo que vio la dejó paralizada.

Diego no estaba solo. Dentro, un grupo de hombres desconocidos lo esperaba. No eran vecinos ni amigos de la comunidad; su presencia tenía algo de amenazante. Diego les entregó varios sobres gruesos, que parecían contener dinero en efectivo. Alrededor de ellos había paquetes envueltos en papel marrón, que Isabella supuso eran mercancías ilegales. Su mente corría a mil por hora: ¿Su esposo… estaba involucrado en algo así?

El miedo y la confusión se mezclaban en su pecho. ¿Cómo podía mantener esa vida paralela sin que ella lo notara? La adrenalina de la situación le hacía temblar las manos. Desde su escondite, vio el intercambio final: Diego firmó algo en un pedazo de papel, entregó los sobres, y uno de los hombres lo despidió con un gesto que parecía mezclar respeto y amenaza.

Isabella retrocedió lentamente, su corazón latiendo desbocado. No era traición sentimental, no había romance secreto, pero el peligro que rodeaba a su esposo era real y palpable. Ella sabía que su vida, hasta ese momento tranquila, estaba a punto de cambiar para siempre.

Capítulo 2: Confrontación y Revelaciones


Al día siguiente, Isabella no pudo fingir más. Diego desayunaba con su café como si nada hubiera pasado, pero su mirada cansada no pasó desapercibida. Isabella se sentó frente a él, dejando que el silencio se hiciera pesado antes de hablar.

“Diego… anoche te seguí”, dijo, su voz temblando apenas. Diego levantó la mirada, sorprendida y temerosa a la vez.

“¿Qué?” preguntó, con un hilo de alarma.

“Vi todo. Con quién estabas… qué estabas haciendo…”, Isabella respiró hondo. “¿Por qué no me decías nada?”

Diego bajó la mirada, tomando su taza con manos temblorosas. “Isabella… yo… no quería que te preocuparas. No quería que te pusieras en peligro”, murmuró. Su voz estaba cargada de cansancio y culpa.

“¡Peligro! ¿Diego, sabes lo que vi? ¡Estás… estás en algo ilegal!” exclamó Isabella, incapaz de controlar la ira y el miedo.

Diego cerró los ojos un momento, suspirando. “Lo sé. Y te pido perdón. No es algo que yo haya querido… pero no tenía otra opción. Mi familia… nuestras deudas… si no hacía esto, nos habríamos perdido. Todo lo que hago es para protegerte, para mantenernos a salvo.”

Isabella sintió que el mundo se le caía encima. Su esposo no la había engañado por amor a otra persona, pero había estado arriesgando todo, incluyendo la vida de ambos. Las lágrimas se mezclaban con la rabia.

“¿Entonces toda mi vida… nuestra vida… ha sido un teatro?” preguntó con voz quebrada.

“No… nunca… nunca fue un teatro. Todo lo que hacemos, cada decisión difícil, la hago pensando en ti… en nosotros”, Diego respondió, con los ojos llenos de sinceridad.

El silencio cayó entre ellos mientras Isabella procesaba todo. La tensión, el miedo, la traición, pero también la comprensión. La decisión que debía tomar era crucial: ¿seguir con él y enfrentar el mundo que había descubierto, o alejarse y protegerse de ese peligro que ahora sabía que existía?

Capítulo 3: Elección y Nuevo Comienzo


Esa tarde, Isabella caminó por el malecón del puerto, observando cómo el sol se hundía en el horizonte, tiñendo de naranja y rojo el agua y las casas del pueblo. Su mente no dejaba de dar vueltas a la noche anterior. La idea de abandonar a Diego cruzó su pensamiento más de una vez, pero también lo entendía: él había hecho todo por ella, aunque de la manera equivocada.

Al regresar a casa, lo encontró sentado en la sala, con la cabeza entre las manos. “Isabella… ¿me escuchaste pensar? Sé que estás enojada… y con razón”, dijo Diego al verla entrar.

“Sí… escuché… y vi. Diego, no es fácil para mí. No sé cómo voy a confiar de nuevo…”, dijo, acercándose lentamente.

“Te propongo algo”, dijo Diego, levantando la mirada con determinación. “No podemos borrar lo que pasó, pero podemos encontrar una salida. Tengo contactos confiables, personas que no nos harán daño. Podemos pagar lo que debemos y salir de este… este mundo. Juntos.”

Isabella respiró hondo. Podía sentir el peligro aún latente, pero también vio la sinceridad y el amor en los ojos de su esposo. Tomó su mano y, con voz firme, dijo: “Está bien. Lo haremos juntos. Pero esta vez, no habrá secretos entre nosotros.”

Diego sonrió débilmente, apretando su mano con fuerza. Por primera vez en semanas, Isabella sintió una chispa de esperanza. Sabían que el camino sería peligroso, lleno de desafíos y riesgos, pero también sabían que el amor y la confianza podían ser su guía.

Mientras la noche caía sobre Oaxaca, los dos se sentaron juntos frente a la ventana, observando cómo la ciudad se iluminaba lentamente. Su mundo había cambiado para siempre, pero estaban listos para enfrentarlo, hombro con hombro, con los ojos bien abiertos y el corazón valiente.

El futuro seguía siendo incierto, pero Isabella y Diego habían tomado una decisión que marcaría el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas: uno donde el miedo coexistía con la esperanza, y la valentía con el amor.

‼️‼️‼️Nota final para el lector: Esta historia es completamente híbrida y ficticia. Cualquier parecido con personas reales, hechos o instituciones es pura coincidencia y no debe interpretarse como un hecho periodístico.

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